Cuenta la leyenda que...
Un matrimonio, tuvo que dejar a sus dos hijos de 8 y 5 años
respectivamente solos en casa porque habían recibido una llamada urgente por la
muerte de un familiar. Cómo ese mismo día habían oído por las noticias que no
muy lejos de allí se había fugado un enfermo mental del psiquiátrico,
decidieron llamar a una canguro para que cuidara a los pequeños.
Habiéndose marchado ya los padres, y llegada la hora de
acostar a los niños, el menor de ellos empezó a quejarse de que tenía miedo y
no quería irse a la cama, con lo que la canguro le pidió al hermano mayor que,
por esa noche, durmiera con su hermano pequeño. Este accedió, pero aún así, el
hermano pequeño seguía diciendo que sentía miedo.
Entonces, el hermano mayor, guiñando un ojo a la canguro, le
explico a su hermano que no debía tener miedo, puesto que Nick, su perro,
estaría con ellos en la habitación y le contó que, cuando él era pequeño y
tenía miedo, asomaba el brazo por debajo de la sabana y, Nick le daba un
lametón para indicarle que estaba allí cuidando de él.
Al pequeño, ésta última opción, además de la de dormir con
su hermano le pareció una buena idea, y accedió a irse a dormir.
La noche transcurría tranquila, los dos niños dormían en la
misma habitación con Nick vigilando debajo de su cama, como solía hacer siempre. Transcurrido un
tiempo, el menor de los pequeños despertó, la lluvia que caía lo asustó un poco
y, como no oía nada, estuvo a punto de llamar a la canguro pero, entonces,
recordó lo que le había dicho su hermano que dormía tranquilamente a su lado...
Sacó la mano por la parte derecha de la cama e, inmediatamente, recibió el
lametón de Nick. El muchacho se tranquilizó y se volvió a dormir.
No pasó mucho más de una hora cuando, sobresaltado por el
ruido de la puerta de cerrándose lentamente. El pequeño repitió la operación,
sacó la mano y, esta vez, no recibió ningún lametón. El pequeño empezó a ponerse
un poco nervioso, sacó un poco más el brazo y esperó... pero nada. Cuando
estaba a punto de llamar a la canguro, recibió lo que tanto esperaba, el
lametón de Nick, entonces, volvió a tranquilizarse y se durmió
Ya no volvió a despertarse hasta la mañana siguiente, cuando
contento despertó a su hermano para contarle que había aguantado toda la noche
sin llamar a la canguro y sin gritar y que Nick lo había ayudado mucho.
Los dos pequeños se dirigieron a la cocina pero, el horror
se apoderó de ellos, sobre todo del mayor, que, por su edad ya sabía leer
cuando llegaron a la cocina y vieron a la canguro degollada y a Nick colgado
del techo... en la pared rezaba el siguiente texto:
"Los locos también sabemos usar la lengua..."
Felices sueños, dulces príncipes y princesas.
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