La chica en la curva

Era una noche de lluvia y niebla. Un joven, como cada día,  volvía de la universidad de la localidad catalana de Vilanova i la Geltrú hacia su localidad de residencia en Barcelona.  Estaba cansado, pues había sido un duro día de clases, pero había tomado un par de cafés para estar bien despierto, pues tenía que pasar por las conocidas Costas del  Garraf, una carretera sinuosa y costera donde había que prestar atención.

Estaba acostumbrado a aquel camino, pero a lo que no estaba acostumbrado era a ver a gente deambulando por allí a esas horas, por eso, al ver a una chica más o menos desaliñada y pálida, empapada y llena de barro en el borde de una curva, paró inmediatamente por si necesitaba ayuda.

La chica le brindó una sonrisa de agradecimiento y se sentó en el asiento del copiloto, donde le dió las gracias y, después de eso, los dos siguieron camino de Barcelona. Durante unos minutos, la chica fue hablando con el joven, de cosas como el mal tiempo y preguntándole que hacía a esas horas por una carretera como esa pero, de repente, la joven advirtió al conductor de que redujera para tomar la próxima curva, "Es bastante peligroso cogerla rápido, y más con una noche humeda y sin visibildad cómo esta".

El joven, que había pasado muchas veces por allí, dudó unos instantes antes de hacerle caso a la chica, pero al final redujo la velocidad, lo suficiente para poder enderezar el coche cuando, en efecto alcanzó la curva y éste, pese a la baja velocidad se desestabilizó.

Una vez controlado el vehículo, el joven se detuvo para dar las gracias a la chica que lo había advertido, a lo quela chica, muy amablemente contestó:

"No tienes que agradecermelo, es mi trabajo ahora, hace 10 años yo no frené, y mi coche se despeñó al mar. Así fue como me maté".

Al pronunciar estas palabras, la chica se desvaneció y, si no fuera por el asiento humedo del copiloto, el joven hubiera pensado que estaba loco, pues no quedó ni el menor rastro de su presencia.

Buenas noches!